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Orson Welles y el reloj de cuco

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El 30 de octubre se cumplían 75 años desde que un jovencísimo Orson Welles acojonara a medio EEUU con aquel relato radiofónico en el que la mayoría de estadounidenses pensaban que eran atacados por alienígenas. Sí, me refiero a la famosa retransmisión de “La Guerra de los Mundos”. Pero cada año, cada vez que se recuerda este acontecimiento yo siempre recuerdo la película por excelencia del actor americano, sobretodo una escena que intento tener presente el máximo tiempo posible y más en la época que nos está tocando vivir.

Decía Harry Lime (interpretado por Welles) en el “Tercer Hombre”, a los pies de la noria del Prater en aquella Viena de posguerra: “En Italia, en 30 años de dominación de los Borgia, hubo guerras, matanzas, asesinatos… Pero también, Miguel Angel, Leonardo y el Renacimiento. En Suiza, por el contrario, tuvieron 500 años de amor, democracia y paz. ¿Y cuál fue el resultado? El reloj de cuco!!”

Evidentemente no voy a hablar de la película británica rodada en 1949 y que 2 años después ganaría el ansiado Oscar. No, únicamente aprovecho la cita más famosa del film para hablar de fallas. Cualquier excusa es buena para hacerlo.

Igual que le pasó a la sociedad italiana en una de sus épocas más sangrientas, la crisis (para hablar de ella no hace falta ni excusa) está haciendo que las fallas, el monumento, como arte, esté evolucionando a marchas forzadas.

Como si de una pasarela en cualquier semana de la moda se tratara, son las de Especial, mejor dicho sus artistas, los que marcan el ritmo. Los que indican el camino que años más tarde el resto de comisiones, sus artistas, plasmarán por todas las calles de la ciudad.

¿No tenéis la sensación de que las limitaciones económicas con las que se están encontrando los artistas están haciendo que se busque diferenciar sus monumentos más allá de sus tamaños? Un claro ejemplo podría ser el proyecto que podremos ver en la plaza del Ayuntamiento durante el próximo mes de marzo. Evidentemente para crear aquel Da Vinci que miraba al Turia desde una perspectiva privilegiada, hace falta mucho arte y muchísima valentía pero, ¿pensáis que de contar con los recursos económicos que años atrás existían se hubiera llegado a plantar? Y de no plantar aquel Da Vinci, ya os digo yo que nunca se hubiera llegado a ver la falla municipal que veremos este año.

Pero además de proyectos en concreto pienso que un nuevo aire, de renovación, se está dando en las obras de muchos artistas. Seguramente estaré equivocado (como casi siempre) pero creo que es consecuencia de las dificultades de las que os acabo de hablar. A falta de dinero para subir los metros se decide por innovar, por cambiar la pintura, el estilo y la composición para poder ofrecer algo distinto. Y es que no hace tanto servía con meter un par de contraremates más y ensanchar el monumento para evolucionar de un año a otro y eso en la actualidad es prácticamente imposible.

Es fácil que sin darnos cuenta estemos en medio del cambio y sólo el paso del tiempo nos lo confirmará. Ahora no nos queda otra que disfrutar de todo aquello que huela a nuevo, a fresco. Fresco como aquel aire que pasaba entre los huecos del castillo de naipes más famoso desde el marzo pasado, de toda València. Como el aire que pasará entre las maderas de la “Menina” que mirará a la ciudad desde la periferia y que seguramente fue y será consecuencia de no contar con 900.000 euros como, anteriormente y no hace tanto tiempo, contaba el artista que plantaba en la misma plaza.

Así que dentro de lo malo igual la crisis y la limitaciones no nos están viniendo tan mal. Eso o que uno es optimista por naturaleza. Sea lo que sea, de lo único que estoy seguro es que el año que viene el 30 de octubre se volverá a recordar a Orson Welles. Mientras yo, lo intentaré recordar a diario, cada vez que un reloj de cuco marque la hora en punto.

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